En un mundo de credos y plegarias resonantes,
camino en silencio, entre susurros distantes.
Sin dioses que guíen mi brújula interior,
mi alma navega en un mar de razón y amor.
Miradas que interrogan, palabras que excluyen,
en un tapiz de fe, mis dudas se diluyen.
No hay santos ni pecados en mi universo sereno,
solo estrellas y verdades en un cielo pleno.
Mis preguntas, faros en la noche del dogma,
buscando sentido en la vastedad, sin alarma.
En el templo de la ciencia, encuentro mi paz,
donde la duda es sagrada, y el saber, la luz que das.
Ser diferente, en un coro de fe uniforme,
es danzar al ritmo de un pensamiento informe.
No busco desafiar, ni juzgar el credo ajeno,
solo entender mi camino, en este vasto terreno.
En la quietud de mi mente, una verdad se revela,
la belleza de pensar, en una esfera que vuela.
Ser ateo, no es negar, sino buscar y amar,
la inmensidad del ser, en el cosmos a explorar.